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En el universo del cine europeo, pocos nombres despiertan tanta admiración y curiosidad como el de Oliver Laxe, el español que acaba de ganar el Premio del Jurado en Cannes. Aunque nació en París en 1982, es hijo de una pareja de inmigrantes gallegos que viajaron a Francia en busca de un futuro, pero regresó a Galicia con apenas seis años, donde empezó forjar ese carácter introspectivo y poético que hoy define su carrera y su personalidad. Ser extranjero no resultó tarea fácil, le hizo artista, pero también le hizo sufrir mucho, reconoce. "Pasé de ser el primero de la clase al último, porque todos sabían leer y contar menos yo. He estado deprimido desde los seis años, y esa depresión me ha llevado a hacer cine", revela el cineasta de 43 años en una entrevista al diario El País.
© Getty ImagesRacial, de presencia serena y mirada profunda, Laxe es mucho más que un director galardonado. Es un poeta de la imagen, un explorador de paisajes y almas, y un hombre que ha hecho de la búsqueda interior y exterior su bandera. Tras estudiar en A Coruña y formarse en Comunicación Audiovisual en Barcelona, el destino lo llevó a Londres y, más tarde, a Marruecos, donde rodó sus primeros cortometrajes y fundó un taller de cine para niños del Magreb en riesgo de exclusión social. De esa experiencia nació precisamente su primer largometraje, Todos vós sodes capitáns, que en 2010 le valió el prestigioso premio FIPRESCI en Cannes.
© Getty ImagesLaxe ha explicado que para él, la clave siempre ha sido lanzarse al abismo, buscar el camino esencial y no el fácil, y que su cine es una manera de conocerse a sí mismo y de invitar al espectador a un viaje físico e interior. Su inspiración proviene tanto de sus raíces gallegas como de sus experiencias en Marruecos, y de una constante reflexión sobre la vida, la muerte y la posibilidad de redención.
Esta filosofía se plasma en su cuarto largometraje, Sirat, premiado en Cannes. La película narra el viaje de un padre (Sergi López) y su hijo (Bruno Núñez) por el sur de Marruecos en busca de Mar, su hija desaparecida en una fiesta rave. La elaboración de esta historia se prolongó casi una década y se distingue de otras por el realismo y la autenticidad que aportan los actores debutantes encontrados en auténticas fiestas rave. Laxe se adentró en este mundo de la mano de su expareja, Nadia Azimi, directora de reparto y vestuario de sus películas, con quien mantiene una estrecha colaboración profesional.
© Getty ImagesDespués de pasar varios años en Marruecos, donde quedó cautivado por la espiritualidad y la sencillez de sus gentes, Oliver Laxe regresó a los Ancares, la tierra de sus abuelos, para rodar O que arde, junto a Benedicta Sánchez, que logró el Goya a los 84 años a mejor actriz revelación. Esta película, de gran fuerza visual, le valió premios en Cannes y en los Goya, y supuso su reconocimiento definitivo dentro de la industria cinematográfica española. Laxe reconoce que, con este filme, logró conectar con el dolor ancestral del mundo rural y sentir por fin el respaldo de la industria.
Actualmente, el director vive en Vilela, una pequeña aldea de apenas cinco casas, rodeado de animales y naturaleza. Horas después de ser galardonado en Cannes, el director viajó al pueblo de Navia de Suarna (Lugo) para estrenar su película, mientras que la cinta llegará a los cines españoles el 6 de junio. Además, la prestigiosa distribuidora estadounidense Neon, responsable de éxitos como Parásitos y Anatomía de una caída, ha adquirido su película para su distribución en Estados Unidos, confirmando el alcance internacional de su obra.
